Es difícil hablar de la historia de las cofradías de Sevilla, pero los historiadores González de León y Bermejo, hablan en el siglo 19 de ellas aunque el Abad Gordillo y otros hablan de ellas en el siglo XVII y sin bien lo hicieron de paso.
El origen de las hermandades son muy antiguas fundándose con distintos objetivos: enterramientos, casas de beneficencia y hospitales que sostenían. Sus primeras estaciones de penitencia las realizaban sin pasos ni imágenes, sólo una cruz parroquial con manguilla y el sacerdote llevando un crucifijo, visitando lugares fuera del casco urbano, razón por la cual, las hermandades se constituyeron en iglesias y conventos fuera de las murallas. Posteriormente y habiendo ya muchas hermandades y con el fin de distinguir a unas de otras, tomaron además del crucifijo, un estandarte en el que aparecería pintado un misterio de la Pasión.
Así continuaron por mucho tiempo hasta que el Arzobispo Fernando Niño de Guevara, a principios del siglo XVII, dictó con la idea de llevar un orden y compostura de todas las corporaciones, que hicieran estación en la Catedral y las hermandades del barrio de Triana en la parroquia Mayor de Santa Ana, debido a las dificultades que ofrecían a su paso por el puente de Barcas y cruzar el río Guadalquivir y a donde dicho Arzobispo enviaba entonces a un delegado suyo.
Parece ser que fue entonces cuando debido al deseo y la sana rivalidad entre las hermandades, comenzaron a encargar imágenes a artistas como Montañez o Pedro Roldán, los cuales pasarían a madera las imágenes que se representaban en los lienzos de los estandartes.
Comenzaron entonces a llevar el paso o parihuela con la imagen que sustituiría el crucifijo que portaba el sacerdote y como acompañamiento, los hermanos de sangre, que iban disciplinándose y los hermanos de luz, cuya misión era llevar hachas encendidas.
Por órdenes superiores, se suprimieron los disciplinantes y quedaron los hermanos de luz, origen de los actuales nazarenos.
Las hermandades se fueron fundando a través de los años hasta nuestros días. Dentro de ellas, se dividen en hermandades del centro de la ciudad y de barrios, fundadas a las afueras de la antigua muralla, y estas a su vez, en hermandades de negro o silencio y de capa, según tengan en sus reglas. Normalmente las cofradías de silencio están en el centro de la ciudad y las de capa en los barrios.
Las cofradías de capa llevan los pasos más engalanados y con acompañamiento de música. Las de silencio son mucho más austeras y llevan música de capilla o incluso ninguna.